CAPACITACIÓN DOCENTE

Espacio para Pensar, Investigar, Actualizar, Crear e Innovar

 

Jairo Arciniegas Villarreal

 

En términos de los diccionarios, capacitar es hacer a uno apto para una función específica, es decir,  es facultar a una persona para que realice una cosa.  El Estatuto Docente define capacitación como el conjunto de acciones y procesos educativos, graduados, que se ofrecen permanentemente a los docentes en servicio para elevar su nivel académico. 

 

La capacitación docente debe, entre otras cosas, actualizar a los educadores sobre los adelantos pedagógicos, científicos y tecnológicos; actualizar a los educadores en las técnicas de administración, supervisión, planeamiento y legislación educativa; especializar a los educadores dentro de su propia área de conocimiento.

 

La capacitación docente está a cargo del Ministerio de Educación Nacional, las Secretarías de Educación y las instituciones privadas acreditadas para ello, los que deben coordinar con las entidades educativas sobre los procedimientos y las condiciones en que este servicio se prestará a los docentes.  Más no imponer mediante reglamentación y amenazas de descuento salarial, la asistencia obligatoria a “capacitaciones”.

 

Para estas capacitaciones, se pagan altos costos (con peaje, vacuna... incluida) en charlas puntuales que no garantizan la calidad educativa. Generalmente, contratan conferencistas somníferos, mecanicistas, en ocasiones altamente improvisados, excesivamente conceptualoides; que repiten conceptos, criterios y directrices emanados del MEN sin interpretarlos con visión crítica. Son conferencistas que transmiten conocimientos (¿?) (haciendo lo que no se debe hacer) tratando de abarcar tantas posiciones sobre un tema que terminan creando confusión al momento de abordar el mismo; algunas veces, tratan de impresionar con temas demasiado trillados por algunas instituciones –que hicieron tránsito por ellos hace rato- y que se encuentran en otra dimensión; lo que acarrea que se les acabe el “discurso”, se tornen reiterativos, circulares, y terminen por desmotivar al auditorio que esperaba el inicio de un proceso sesudo, decantado, estructurado y (por ser made in otra parte) amoldable a las condiciones específicas de su mundo real.

 

Lo más triste, es que –estos conferencistas- presentan hojas de vida con alto perfil, pero ninguno de sus antecedentes, da el mínimo indicio de haber incursionado en la docencia.  Algunos afirman haber participado en asesorías a cuanta entidad educativa han visitado y haber participado en la construcción de tantas cosas; y ni siquiera son competentes para aplicarlas (y enseñar a aplicarlas) al entorno cultural al que pertenece la institución donde laboran los docentes a capacitar.

 

Los organismos estatales de vigilancia, control y asesoría deben ser los primeros en recibir una capacitación adecuada para pasar de la potencia al acto o de la virtualidad a la realidad, para un mejor desempeño de sus funciones y, por ende, un liderazgo con credibilidad. 

 

Las instituciones educativas deben generar espacios (no siempre en el período vacacional) para pensar e investigar -aprender por sí mismos- en contexto sobre nuevos esquemas y modelos tanto de institución como de aprendizaje.  Para esto, se deben crear y fortalecer grupos institucionales de autocapacitación, que asuman un papel activo en el engendro, parto y desarrollo de estrategias, las confronten con la realidad, y las apropien según el contexto en el que se desempeñan.  Los organismos de vigilancia, control y asesoría estatal –capacitados para ello- deben acompañar y coevaluar para retroalimentar el proceso y darle continuidad con una visión a largo plazo.